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análisis patrimonio

2.1. INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS

2.2. EL EDIFICIO

2.2.1. Definición

2.2.2. Historia

- Etapa I

- Etapa II

- Etapa III

- Etapa IV

2.3. FONDOS MUSEOGRÁFICOS Y DOCUMENTALES DEL MNA

2.3.1. Orígenes

2.3.2. Fondo museográfico: colección de piezas y objetos

- Colecciones africanas

- Colecciones americanas

- Colecciones asiáticas

- Colecciones europeas

- Colecciones oceánicas

2.3.3. Fondo documental: archivo

2.4. FUNCIONES DEL MUSEO: LA GESTIÓN DE SU PATRIMONIO

2.4.1. Documentación y catalogación

2.4.2. Investigación

2.4.3 .Divulgación

- Acceso a las colecciones

- Publicaciones

2.4.4. Conservación

- Sobre la recepción de obras

- Sobre las condiciones de conservación preventiva

- Sobre la restauración

- Sobre las condiciones de seguridad

2.4.5. Incremento de la colección

2.4.6. Depósitos y préstamos

2.5. LA BIBLIOTECA

2.5.1. Definición

2.5.2. Servicio

- Acceso a los fondos

- Servicio de reproducción de documentos

- Préstamo interbibliotecario

2.6. CONCLUSIONES

2.1. INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS

        Este análisis recoge lo concerniente a bienes patrimoniales que podemos identificar en el MNA: los bienes que lo forman y la gestión de estos según las funciones que tiene el museo. Por todo lo investigado, hemos decidido dividir los bienes en las siguientes secciones: por un lado el propio edificio, como construcción arquitectónica; por otro, la colección que alberga en su interior; por último, la biblioteca y fondo bibliográfico que por su naturaleza multifuncional la hemos analizado separadamente. Todo ello es de titularidad estatal y gestionado por la Subdirección General de Museos Estatales del gobierno.

        Actualmente, el patrimonio del MNA lo forman aproximadamente  30.300 objetos y documentos y 18.000 libros y revistas, además del propio edificio que los contiene, tratándose este de un Bien de Interés Cultural.

        Todo esto, lo analizaremos principalmente teniendo en cuenta la historia del museo y los requisitos para su adecuada conservación, protección y promoción de acuerdo con la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español, a la que se acoge esta institución en calidad de “Museo Estatal”.

2.2. EL EDIFICIO

2.2.1. Definición:

        El edificio que ocupa desde sus orígenes el MNA es un Bien de Interés Cultural en virtud del Decreto 474/1962, de 1 de marzo, por el que determinados museos fueron declarados Monumentos Histórico-Artísticos, afectando así intrínsecamente a los edificios en los que se hallaban instalados. Este decreto contemplaba que los museos españoles en los que se conservaban valiosas colecciones de notable interés artístico, histórico, arqueológico y etnológicolco, debían ser integrados y protegidos bajo el mismo paraguas de salvaguardia del estado sin distinción de los elementos que los formaran, muebles o inmuebles. De manera que la Dirección General de Bellas Artes podría realizar efectivamente su misión de vigilancia, incremento y protección de parte del “tesoro artístico” de España.

        Dentro de la definición de Bien de Interés Cultural, el edificio del MNA se categoriza como “Monumento”, cuya ficha puede localizarse actualmente en la base de datos del Registro de Bienes de Interés Cultural del cual se encarga la Subdirección General de Protección del Patrimonio Histórico.

2.2.2. Historia

        Este edificio a lo largo de su vida a sufrido diversas variaciones, desde su finalidad, como hemos observado en el apartado de historia del análisis jurídico, hasta su estructura arquitectónica. Y para entender un poco más la importancia patrimonial de este edificio vamos a hacer un recorrido cronológico a través de sus transformaciones.      

 

- Etapa I: “Un edificio singular”

        La creación de este edificio fue financiada íntegramente por su fundador, el doctor Pedro González Velasco, y fue construido entre 1873 y 1875.

  El doctor le encargó la obra a uno de los más ilustres arquitectos del Madrid de la segunda mitad del siglo XIX, Francisco de Cubas, marqués de Cubas, quien además fuera diputado, senador e incluso alcalde de la capital. Fue también autor, entre otros muchos edificios singulares de la ciudad, de la primera fase de la Catedral de la Almudena, de la Iglesia de Santa Cruz y de un buen número de palacetes del entorno de Recoletos y el Barrio de Salamanca, hasta el punto de que fue bautizado como el “arquitecto de la aristocracia madrileña”.

        El museo fue el primer edificio que se construyó al sur de la tapia de los jardines del Palacio del Buen Retiro y cerca del Olivar de Atocha, junto al antiguo camino del santuario entonces extramuros de Nuestra Señora de Atocha y al pie del Cerrillo de San Blas, sobre el que se alza el Real Observatorio Astronómico. No existían ni la calle Granada –luego Alfonso XII- ni el Palacio de Fomento –hoy Ministerio de Agricultura- ni la Estación de Atocha, ni todos esos edificios de viviendas, oficinas y hoteles que le rodean hoy en día y le hacen parecer más pequeño de lo que es.

- Etapa II: “Un templo para la ciencia”

        El marqués, seguramente plasmando la voluntad del doctor Velasco, concibió el museo según el modelo de “templo científico” de inspiración clasicista entonces en boga en toda Europa y que siguieron un buen número de museos, facultades y academias construidas a lo largo del siglo XIX, con su fachada tetrástila de orden jónico sobre podio con escalinata y rematada por el lema de la Sociedad Antropológica de París a la que pertenecía González Velasco, el “Nosce te ipsum” (conócete a ti mismo) que a su vez, referencia al Templo de Apolo en Delfos. La fachada la completaban una serie de frescos y esculturas relacionados con la simbología y la historia de la Medicina, de los que sólo se conserva la cabeza de Minerva en el frontón.

        Su organización tanto en planta como en volumen estaba protagonizada, como lo hace aún hoy, por un cuerpo central principal dividido en dos salas –el salón grande y el pequeño- cubiertas por bóvedas con lucernarios y dedicadas a la exposición de las colecciones del museo. A ambos lados, sendos cuerpos laterales albergaban la residencia particular de la familia del doctor, su consulta, el aula donde impartía sus lecciones, la redacción de su revista, los laboratorios e incluso una pequeña clínica privada. Un análisis más exhaustivo de esta distribución interior se puede encontrar en el trabajo del profesor Luis Ángel Sánchez publicado en la revista del museo.

- Etapa III: “1942, la gran reforma”

         El edificio desde entonces sólo ha vivido una gran reforma, la que tuvo lugar en 1942 cuando, con ocasión de la reapertura tras la Guerra Civil y con la intención de aumentar la superficie de espacio expositivo, el arquitecto Ricardo Fernández Vallespín proyectó y edificó en el interior del salón grande las tres plantas con galerías perimetrales, el zaguán y el cuerpo de escalera en la parte anterior.   

 

- Etapa IV: “Hasta la actualidad”

        Después de la significativa obra en 1942, han sido numerosas las pequeñas actuaciones como las adaptaciones espaciales para despachos, laboratorios y almacenes en los cuerpos laterales, la instalación del salón de actos en las cocheras del sótano y la instalación de un ascensor en el salón central (que han permitido solucionar diferentes necesidades básicamente museográficas), en todo caso, ninguna ha supuesto una modificación sustancial del aspecto y la morfología de este singular edificio.

        Desde la entrada del actual Director del museo en 2013 cabe destacar los siguientes cambios fomentados debido a algunas carencias funcionales. Cambios que tienen que ver con la mejora de la accesibilidad al museo y sus contenidos, la mejora de la eficiencia energética y la estabilidad de las condiciones ambientales dentro del edificio, así como la mejora de la organización funcional dotando de los espacios y recursos adecuados a determinados servicios y actividades que ahora forman parte ya de manera permanente de su oferta cultural. Entre otros cambios menores, podemos destacar:

  • Reforma de la cubierta principal del museo, incluida la mejora del aislamiento térmico.

  • Renovación de los carteles con los títulos identificativos y los textos explicativos de la exposición permanente, con el fin de mejorar la legibilidad y la comprensión de la información que contienen, además de presentarlos tanto en castellano como en inglés.

  • Adecuación a la normativa de las instalaciones de seguridad, y, de la mano de ella, reorganización espacial con la creación de nuevos espacios para actividades participativas: talleres, cursos y reuniones de proyectos colaborativos.

  • Mejora de la accesibilidad en el área de acceso y acogida del museo con la instalación de una rampa en la escalinata de entrada al museo, un nuevo mostrador de recepción, una consigna autoservicio, un espacio de reunión para grupos y una zona de distribución más funcional y diáfana.

 

        De todos ellos, el de accesibilidad es el único que queda por cumplir, puesto que todavía la entrada accesible es por uno de los laterales del museo y en última instancia el museo prefiere no tener que segregar al público.

        Debemos tener en cuenta que los objetivos que se pueda marcar el museo en el terreno de las reformas y/o transformaciones deben darse, sin excepción, de acuerdo con el Área de Infraestructuras de la Subdirección General de Museos Estatales y la Gerencia de Infraestructuras del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, órganos de los que depende para el diseño y la ejecución de obras en el edificio.

        Para finalizar aclarar que, en la actualidad, el MNA cuenta con cinco salas para la exposición permanente de sus colecciones. Una de ellas, ubicada en la planta baja y denominada “Orígenes del museo”, sirve como homenaje a la primera etapa de su historia: la fundación del doctor González Velasco. Las otras cuatro salas ofrecen una visión global de la cultura de diferentes pueblos de los cinco continentes. Paralelamente, cuenta con otras tres amplias salas para desarrollar exposiciones temporales y actividades. Por último, alberga la biblioteca con su respectiva sala de lectura. Provista de dichas instalaciones, esta institución puede cumplir sus principales objetivos: Mostrar desde una perspectiva antropológica la unidad y diversidad de las manifestaciones culturales y conservar, proteger y promover el conocimiento del patrimonio etnográfico.

2.3. FONDOS MUSEOGRÁFICOS Y DOCUMENTALES DEL MNA

2.3.1. Orígenes

        Las colecciones del Museo Nacional de Antropología recogen una muestra de la cultura material de diferentes pueblos de África, América, Asia, Europa y Oceanía, especialmente de aquéllas relacionadas con la historia española. El museo también cuenta con destacables fondos archivísticos de Antropología Física así como óleos, acuarelas, grabados, litografías y fotografías relacionados con la Antropología. En total, los fondos del MNA los forman unos 30.300 objetos y documentos. Tal variedad y diversidad de objetos que constituyen los fondos museográficos del MNA revela que la colección del museo es el resultado de los distintos criterios de acopio que se han sucedido a lo largo de su historia.

        Aunque nacido como museo dedicado a la Antropología Física, en realidad sus primeras colecciones tenían más bien el eclecticismo propio del gabinete de curiosidades. Abarcaban desde las muestras de teratología a los bifaces paleolíticos, pasando por las momias de diferentes culturas, una colección de cráneos procedentes de todo el mundo, variopintos objetos etnográficos o la osamenta del Gigante de Extremadura. Una recopilación de objetos y piezas por doquier.            

        El paso a titularidad estatal y el traslado de las colecciones de Antropología Física, Etnografía y Prehistoria del Museo de Ciencias Naturales en 1890 no hizo sino reforzar esta orientación de los acopios que culminó con el cambio de denominación del museo en 1910: pasó a llamarse precisamente Museo Nacional de Antropología, Etnografía y Prehistoria. Es la época en que se extiende el modelo de museo-escuela y el MNA se convierte además en aula de la Cátedra de Antropología de la Complutense. Las colecciones de Antropología Física alcanzan en ese momento los 4.600 ejemplares (21% de los fondos museográficos) y las de Prehistoria, los 1.600 (7%).

        Sin embargo, a lo largo de esas dos décadas también se pone el germen de su futura especialización en la Etnología de las culturas no occidentales. Fue la consecuencia del trasvase de numerosos objetos etnográficos recogidos por las expediciones científicas y conservados en el Museo de Ciencias Naturales, pero sobre todo de la organización de esas increíbles exposiciones colonialistas celebradas en El Retiro, como las dedicadas a Filipinas. Estas exposiciones supusieron un incremento notable de las colecciones «étnicas» del MNA, destinatario final de todos los objetos que se expusieron en ellas: las espectaculares canoas monóxilas y buena parte de las 4.500 piezas filipinas (un 21% de la colección) o casi 4.000 piezas africanas (un 18%). Estos fondos se completan con más de 2.600 piezas americanas (12%), otras tantas europeas y 1.700 asiáticas (8%).

        El peso de estas últimas colecciones, que constituyen hoy un 72% del conjunto, motivó que, tras la Guerra Civil, el museo se especializara en una sola materia y fuera sometido a la reforma arquitectónica que dejó al edificio tal y como hoy lo conocemos. Los cambios sufridos a posteriori no han sido tan determinantes en cuanto a gestión de la colección y patrimonio se refiere.

2.3.2. Fondo museográfico, colección de piezas y objetos:

- Colecciones asiáticas

         Los fondos museográficos que actualmente conforman las colecciones asiáticas del Museo Nacional de Antropología destacan tanto por su heterogeneidad y variedad tipológica como por los cuantiosos objetos que las integran superando la cifra de más de 7.000 piezas inventariadas con cronologías que abarcan desde el siglo IV d. C hasta la actualidad.

        La presencia del amplio y diverso conjunto de piezas asiáticas en el MNA se constata desde el mismo momento de su creación en 1875 y proceden de las colecciones particulares de su fundador, el doctor Pedro González Velasco, que a su afán coleccionista e interés por el mundo naturalista y etnográfico se sumaba su particular gusto por piezas del mundo asiático. Lo que responde no sólo a una corriente estética imperante en la época, de atracción por el exotismo oriental, sino también a la vocación inicial que quiso imprimir al museo, relacionándose y haciendo presente en él las culturas de otros continentes.

         Entre todas ellas sobresalen, por su abundante número, las precedentes del archipiélago filipino con objetos vinculados, en su mayor parte, a la vida cotidiana: pesca, caza, transporte, ajuar doméstico, indumentaria y complementos, objetos de ocio y de culto, etc. Unas piezas que permiten conocer cómo era el sistema de vida del pueblo filipino a finales del siglo XIX y que ejemplifican la gran diversidad cultural, étnica y lingüística de este país.

        Le siguen en importancia los fondos de los países de Asia oriental: China y Japón así como Asia meridional, principalmente India y Nepal. Los objetos procedentes de estas áreas destacan, en su conjunto, por su carácter votivo y religioso, mostrando aspectos relacionados con las religiones más extendidas en estas zonas, fundamentalmente, con el Budismo e Hinduismo. En un menor número encontramos objetos de uso civil como utensilios domésticos, instrumentos musicales, indumentaria, armas, etc. El resto de áreas, como Asia central, el cercano o el medio oriente aparecen de forma testimonial con muy pocos objetos, si bien, entre ellos, cabe destacar la presencia de un variado número de piezas vinculadas al culto islámico y a la vida cotidiana.

- Colecciones africanas

        En su mayoría procedentes del antiguo Museo de África, las colecciones africanas del Museo Nacional de Antropología son el fruto de diversas expediciones realizadas a las colonias españolas en el continente durante el siglo XIX y la primera mitad del XX (Marruecos, Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial).

         Las recientes donaciones y adquisiciones han tratado de completar la extensa y variada geografía africana, teniendo en cuenta el gran tamaño y diversidad cultural de este continente. Nos referimos a donaciones como la colección de objetos de Etiopía, especialmente referidos a su peculiaridad religiosa; o el conjunto de objetos recolectados entre 1961 y 1964 durante las campañas arqueológicas en el sur de Egipto del “Comité español para el salvamento de los tesoros de Nubia”, donados por Martín Almagro Basch.

        Las colecciones africanas del museo distinguen dos grandes áreas geográficas:

        La primera de ellas se corresponde con la zona del Magreb, en el norte del continente, región donde la implantación del Islam ha determinado su desarrollo cultural. Muestra de ello son las importantes colecciones procedentes de Marruecos o del Sáhara Occidental. Mención especial merecen las colecciones de joyería marroquí o de cerámica, tanto bereber como árabe, donde se hace evidente las innovaciones técnicas y estilísticas aportadas por la cultura árabe.

        La segunda se refiere a las regiones situadas al sur del Sahara, en este caso, la mayoría de cuyos fondos provienen de áreas culturales en torno al golfo de Guinea. Destacan las colecciones bubis de la isla de Bioko (antigua Fernando Poo) o la amplísima muestra de la cultura fang (en territorio continental de Guinea Ecuatorial), como la colección de figuras byeri, las muestras de máscaras y otros objetos rituales, así como aquellos fondos que ayudan a comprender las formas de vida cotidiana de estos grupos. Podemos decir que África occidental ha encontrado un especial lugar en el museo. Es el caso de los yoruba y su rico mundo espiritual. Procedentes de la misma zona geográfica, el museo cuenta con una amplia representación de grupos culturales como los vico, bujeba, balengue, etc.

 

- Colecciones americanas:

        Las colecciones americanas del Museo corresponden en su mayoría a piezas procedentes de distintas culturas amazónicas de Perú, Ecuador, Brasil, Colombia y Venezuela. Las más antiguas forman parte de las colecciones recogidas por la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865).

        El grueso de las colecciones amazónicas lo conforma la colección recogida por el capitán Francisco Iglesias Brage entre 1933 y 1934. Destacan las piezas de las culturas ticuna, cubeo, karajá o parintintin, entre otras. Encontramos adornos, máscaras, armas, equipamiento doméstico e instrumentos musicales, así como una interesante colección de cerámica shipibo. De todas las piezas amazónicas las más espectaculares corresponden a la colección de tocados y adornos de plumaria, con ejemplos de las culturas tapirapé, kayapó, karajá y erigpatsá.

        El área andina está representada con máscaras, instrumentos musicales e indumentaria de diversas regiones peruanas, bolivianas y ecuatorianas. Del Cono Sur destacan algunos objetos del siglo XIX de diversas culturas de Patagonia.

        El Caribe y, especialmente, las comunidades de afrodescendientes son protagonistas de dos singulares colecciones de instrumentos musicales y objetos rituales, la colección sobre religión vudú (Haití), y la de la Sociedad Secreta de Abakuá o ñáñigos de Cuba.

        Del área mesoamericana hay que destacar la importante colección de la cultura purépecha (México), así como la de indumentaria de diversas culturas mayas de Guatemala.

        En América del Norte destaca la indumentaria de grupos del área de las Grandes Llanuras, así como las muñecas kachina de los hopi y la colección de cestería del área del Suroeste. El museo cuenta con importantes colecciones de los inuit del Ártico canadiense, con piezas desde finales del siglo XIX hasta finales del XX.

        Además de los materiales etnográficos hay que destacar algunas muestras de culturas prehispánicas, especialmente cerámica andina, así como ejemplos de arte colonial, destacando las dos series de pintura de castas del siglo XVIII.

 

- Colecciones oceánicas

        Las colección de Oceanía está formada por unos 300 objetos, en su mayor parte del siglo XIX y procedentes de Micronesia (Marianas, Carolinas y Palaos), entre otras regiones. Destacan los adornos de concha y carey de las islas Carolinas, los cráneos decorados relacionados con el culto a los antepasados de la isla Malakula, la máscara Malanggan de Nueva Irlanda, y el cuenco de kava o umete de Tahití (siglo XVIII). Esta colección se encuentra actualmente expuesta.

- Colecciones europeas

        Ya desde finales del siglo XIX se documentan una serie de reproducciones -actualmente en el Museo Arqueológico Nacional- de pintaderas canarias, que se ven acompañadas de otras pocas piezas españolas de los años 20. A finales de los 60, ingresa un conjunto de objetos recogidos mediante trabajo de campo, aunque este mecanismo no tendría continuidad. Sin embargo, será en 1990 cuando la colección se incremente de forma considerable mediante el ingreso de dos colecciones de procedencia alemana, las de Gisela Seipoldy (tras la muerte de su marido, Karl-Sieghard Seipoldy) y Wulf Köpke.

        El contenido de la colección, en función del camino de incorporación de las piezas afecta también a su caracterización. Se puede decir que la inmensa mayoría pertenecen a una Europa industrializada, si bien algunos elementos proceden de comunidades que no se movían en ese sistema y recogen una cultura previa a la unificación de la producción industrial. Es lo que ocurre con piezas de Finlandia, pertenecientes a la cultura sami, o del Pirineo de Huesca.

        Cabe aclarar que, en cuanto al origen geográfico, destacan tres países: Alemania, Finlandia y España, con una clara divergencia entre ellos. Por debajo de ellos, el número de objetos de otros países es muy reducido, por lo que se complica la representación de la diversidad de culturas existente en el continente europeo.  

2.3.3. Fondo documental, archivo:

        Los fondos documentales que atesora el MNA ascienden a unos 7.500 Destacan las series de fotografías etnográficas y pictorialistas del siglo XIX y principios del XX que ascienden a unas 7.000; además, también compone este archivo histórico la documentación administrativa relacionada con las piezas y la historia del museo.

        En cuanto a la considerable colección fotográfica, esta comprende negativos y positivos en diversas técnicas y formatos (negativos sobre placa de vidrio, positivos en papel albuminado, fotografías estereoscópicas, etc.) que abarcan un amplio marco temporal y geográfico: imágenes desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, procedentes de todas partes del mundo, siempre relacionadas con la Antropología Social y Cultural, mostrando escenas, formas de vida y costumbres de distintos grupos étnicos. Entre los fondos fotográficos más destacados se pueden encontrar imágenes tomadas durante la expedición de la Comisión del Pacífico (1862-1866), o de las exposiciones realizadas en Madrid sobre Filipinas (1887), los Ashantis (1897), o los Inuit (1900).

        Finalmente, y no menos importante, están los fondos relacionados con la Antropología Física, como los procedentes del Museo de Historia Natural de París. También la documentación relativa a muchas de las piezas que en su momento pasaron a formar parte de la colección o las iniciales colecciones orientales del doctor Velasco integradas por láminas de papel de arroz de origen chino.

2.4. FUNCIONES DEL MUSEO: LA GESTIÓN DE SU PATRIMONIO

2.4.1. Documentación y catalogación: 

        La documentación se define hoy como una de las funciones más importantes del museo. Los museos pueden configurarse como centros de documentación, como instituciones que reúnen, gestionan y difunden información de carácter cultural, información que puede llegar a tener igual o incluso más valor que las propias colecciones. Dicho de otra manera, aunque como bienes culturales custodiados en un museo de titularidad estatal las colecciones gozan del máximo nivel de protección gracias a la citada Ley de Patrimonio Histórico Español, es necesario que dichos bienes estén registrados individualmente para que tengan una efectiva accesibilidad al público. Podríamos decir que el objetivo global de estos registros (inventarios) es crear catálogos razonados de los fondos a través de la investigación, punto de partida imprescindible para una difusión de calidad de los bienes culturales.

        La Documentación en el museo debe entenderse en un doble sentido. En primer lugar, como el conjunto de documentos que reúne la institución, que puede tener un carácter muy variado en cuanto a soportes, contenidos, origen y valor cultural. En segundo lugar, como un proceso de gestión, como una serie de métodos de trabajo aplicados a esos conjuntos de documentos. Podríamos desglosar esta función que tiene el MNA en los siguientes cometidos:

  • La organización y gestión del sistema documental del museo.

  • El control y la gestión documental del ingreso y de los movimientos internos y externos de los bienes culturales, así como de su baja de la colección del museo.

  • El registro e inventario de los bienes culturales.

  • El archivo de todo tipo de documentación técnica, gráfica, audiovisual, cualquiera que sea su soporte.

  • La organización y gestión de la biblioteca y archivos documentales del museo.

  • El servicio de asesoramiento y consulta a profesionales, investigadores y público en general, sobre el área de su competencia. 

        Cabe especificar que, estas tareas asignadas a la función de documentación de un museo estatal, el MNA las ha asumido en torno a cuatro ejes estratégicos establecidos en el programa de documentación implantado en 2013:

  • Al servicio del Programa de participación social del museo, facilitando la selección de los bienes y la lectura de sus significados en función de las necesidades y premisas de cada proyecto.        

  • Al servicio de las demandas de investigadores y público especializado, así como de instituciones y entidades interesadas en el préstamo de bienes para exposiciones o en su documentación para estudios y publicaciones. En este sentido, se completará el proceso de digitalización de información y material gráfico de los fondos museográficos y documentales y su posterior transferencia al sistema Ceres (catálogo digital que posteriormente se describe) para que la totalidad de las colecciones esté accesible a través de Internet y buena parte de las consultas externas se puedan realizar a distancia.

  • Al servicio de la biblioteca, mediante la digitalización de los fondos bibliográficos del museo más antiguos, raros e interesantes (libres de derechos) y la catalogación de otros recursos electrónicos especializados; y al servicio de la línea editorial online, coordinando las diferentes publicaciones y boletines del MNA.

  • Al servicio del centro de documentación, poniendo a disposición de los visitantes catálogos y publicaciones, selecciones significativas de enlaces y recorridos virtuales, documentación audiovisual digital, etc.

        En cuanto a recursos, en el MNA, el departamento técnico de documentación es el que se encarga de llevar a cabo todas estas encomendaciones. Para poder materializar y formalizar estas labores de catalogación cuenta con Domus, un sistema integrado de documentación y gestión museográfica desarrollado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (Subdirección General de Museos Estatales y Subdirección General de Tecnologías y Sistemas de la Información). Se trata de una aplicación informática para el catálogo y gestión de los bienes culturales custodiados por los museos.

        Domus, entre otros de sus servicios internos, ofrece principalmente el acceso a la información y documentación gráfica de, aproximadamente, 6.890 piezas y 811 fondos documentales, así esta aplicación ordena, regula y facilita una gran parte de la extensa colección del Museo Nacional de Antropología.

        El proceso de digitalización documental, como en todos los museos de la SGME y gracias a las campañas financiadas por esta, está muy avanzado, aunque todavía queda bastante trabajo en la digitalización de fondos documentales: el 99% de las piezas tiene ficha en el sistema Domus y el 74% de las fotografías. Por otro lado, desde 2013, el departamento técnico de documentación es también el que se ocupa de gestionar la biblioteca y todos sus fondos bibliográficos. En este caso, el nivel de catalogación de los fondos bibliográficos gracias al programa AbsysNET es también muy notable: 95% de las monografías y 57% de las publicaciones seriadas.

2.4.2. Investigación

        La investigación es una de las tareas básicas que tiene encomendada los Museos en todos sus ámbitos de actuación. Constituye, además, el fundamento a todas las funciones del museo, pues no se puede proteger, conservar ni difundir de manera adecuada el Patrimonio sin conocerlo previamente. La investigación, en suma, es la base del desarrollo de todas las funciones museísticas.

        En el MNA es el departamento técnico de investigación el que se ocupa de esta tarea y dispone de herramientas como la biblioteca, el archivo, las colecciones, el laboratorio y los talleres. Con ellos la investigación en el museo se desarrolla en una doble vertiente: como trabajo interno, y como resultado de la colaboración con otras instituciones investigadoras. El museo aplica la investigación a distintos campos: desde el estudio de las colecciones o la museografía, pasando por los estudios de conservación, de historia del museo, hasta el estudio de públicos y la comunicación, entre otros.

        Las publicaciones es el resultado más palpable de la labor investigadora desarrollada por su personal técnico, y, al mismo tiempo, constituye su contribución más valiosa para el avance científico general y el trabajo posterior de investigadores de otras instituciones, pues de particular utilidad para el investigador son las actas de congresos, los catálogos de colecciones permanentes y exposiciones temporales, las revistas científicas o los boletines por ejemplo.

He aquí una muestra de las publicaciones que el museo ofrece de forma electrónica en su página web, básicamente artículos y la revista Anales del Museo Nacional de Antropología que, aunque no de forma constante, lleva publicándose desde 1994:

2.4.3. Divulgación

        Consecuencia directa de una buena investigación, documentación es que toda la información sobre los fondos esté ordenada y clara de manera que sea fácil de localizar, identificar y obtener conocimientos de ella. Obviamente, y como ya hemos visto en las funciones y compromisos definidos por la figura jurídica de “museo estatal”, hay que dar un paso más allá y, esa información contenida, divulgarla, hacerla llegar al público, accesibilizarla. De hecho, el museo y sus colecciones son bienes de titularidad estatal, forman parte del Patrimonio Histórico Español por lo que son de dominio público.

        La divulgación es una de las funciones ineludibles de los museos estatales, las colecciones y valores que subyacen a estas deben ser puestas al servicio de la ciudadanía de manera comprensible para todos y el MNA, para ello, facilita varias vías para el público: El acceso a los fondos acudiendo a la exposición permanente o solicitando su acceso si no están expuestos; Los diferentes catálogos, propio y colectivos; Las publicaciones; Y, por último, y no menos importante, las actividades de educación y mediación de las exposiciones, cuyo principal objetivo también es la divulgación de los contenidos, de los bienes culturales materiales o inmateriales que contenga el museo. Sin embargo, en este análisis patrimonial no hablaremos de esta última vía porque, por su carácter didáctico y participativo, hemos preferido tratarlo de forma más desarrollada en el análisis de la actividad del MNA.

 

- Acceso a los fondos museográficos y documentales

        En primera instancia, los usuarios cuentan con la asequible posibilidad de acudir a la exposición permanente y/o temporal del museo. Eso sí, cuando se trate de bienes que no están expuestos o, en todos los casos, cuando se trate de entrar en contacto directo con ellos e incluso manipularlos para su  estudio, entonces ese acceso debe estar justificado y debe hacerse de forma ordenada y en condiciones que aseguren su conservación y su integridad. Lo mismo implica el acceso a la información sobre el fondo documental atesorado en el archivo o las bases de datos del museo y que no esté publicado en la red. En cualquier caso, la solicitud podrán hacerla investigadores o profesionales del ámbito del Patrimonio Cultural debidamente acreditados. Esta solicitud se realiza siguiendo cierto procedimiento requerido por el MNA.

        El museo sugiere que antes de hacer la solicitud se visite el catálogo de la colección ya que este podría resolver buena parte de las demandas que se hacen habitualmente. Además de su propio catálogo en línea, el MNA está incluído en varias plataformas que le ofrecen la posibilidad de divulgar sus fondos museográficos y/o de archivo. Estas plataformas son: Ceres, Hispana, Europeana Collections, Sharing History, Google Arts & Culture y The Virtual Collection of Asian Masterpieces (VCM). En el caso de la Biblioteca y sus fondos, la plataforma pública que da visibilidad a ese catálogo es Bimus (la cual describiremos mejor en el apartado correspondiente a la biblioteca). De esta forma digamos que el trabajo técnico de documentación y catalogación es trasladado al dominio público.

        De todas ellas cabe destacar el catálogo digital colectivo Ceres, del que el MNA pasa a formar parte en 2010 y el cual reúne información e imágenes de una importante selección de los bienes culturales que forman las colecciones de todos los museos integrantes de la Red Digital de Colecciones de Museos de España. A su vez, esta red creada por el Ministerio de Educación Cultura y Deporte, reúne museos de distintas especialidades, de diversos ámbitos temáticos y geográficos, y de diferentes titularidades, pública y privada, con el objetivo de hacer accesibles en línea contenidos digitales sobre sus colecciones y crear un espacio de difusión del conocimiento sobre las mismas. Estos museos tienen en común el ser usuarios del sistema Domus.

        El museo se propone seguir ampliando los fondos visibles en web incorporando, progresivamente, destacadas piezas del resto de sus colecciones. Así se pretende darles visibilidad y, en última instancia, ofrecer al público una visión más amplia y global de las culturas de los diferentes pueblos.

        Para terminar, decir que el museo también ha hallado otras formas de hacer accesibles esos bienes “ocultos” que no podemos encontrar en la exposición permanente. Por un lado, hacen rotaciones entre los objetos expuestos, a veces también por razones de conservación, como sucede con los magníficos y coloristas pero muy frágiles adornos de plumaria de la Amazonía. Por otro, cuentan con una vitrina en la que, con periodicidad cuatrimestral y generalmente en relación con los temas de las exposiciones temporales, presentan una pequeña muestra de estos fondos. Es la sección denominada Antropología (In)visible. También organizan, cada vez con más frecuencia, exposiciones temporales para darles visibilidad y hacer nuevas lecturas de ellos.

- Publicaciones

        Las publicaciones desde el punto de vista patrimonial, pueden tener un doble sentido. Pueden ser concebidas como bienes que pertenecen y surgen del museo (como hemos visto anteriormente sirven muy eficazmente para la labor de investigación), pero también pueden constituir una vía de divulgación de los fondos, una buena forma de acercarse a los contenidos o incluso a los valores del museo.

        Las publicaciones del MNA pueden estar ligadas a su programación de exposiciones temporales o ser independientes de ellas, pueden resultar del estudio de sus bienes culturales, como los catálogos de colecciones, o de la investigación de la Antropología y pueden ser especializadas o relacionadas con la programación didáctica de la institución, como los folletos de actividades, etc. En todas sus modalidades, las publicaciones son un soporte clave para la difusión de los bienes materiales e inmateriales dentro y fuera de sus muros.

 

2.4.4. Conservación

        El museo conserva los bienes culturales con el objetivo de garantizar su transmisión a las generaciones futuras. Esta función es una finalidad imprescindible y justifica en sí misma la existencia del museo. La conservación en un museo es una intervención continua e integral que afecta a todos los bienes culturales en conjunto, la cual se establece mediante medidas de conservación preventiva que varían según las necesidades de cada museo. Su campo de actuación implica tanto las condiciones ambientales (temperatura, humedad relativa y contaminación), intensidad y calidad lumínica, control orgánico de plagas, como las de exposición, almacenaje, mantenimiento (limpieza, revisiones periódicas) o manipulación de las piezas.

        En el caso de la institución que nos atañe, es el departamento técnico de conservación quién se responsabiliza de que el museo cumpla con esta función fundamental. Así como es el responsable de proveer al museo de un “Informe de instalaciones y recursos”, del cual podemos resumir lo siguiente:

 

- Sobre la recepción de las obras:

        El Edificio tiene tres entradas diferentes (las dos últimas siempre permanecen cerradas):

  • Entrada principal, por la que se accede a las salas de exposiciones permanentes y temporal. Sólo permanece abierta en el horario de apertura al público.

  • Entrada de Alfonso XII, por la que acceden las obras a las salas de exposición temporal.

  • Entrada de Infanta Isabel, por la que accede el personal y que tiene acceso directo al salón de actos.

      El museo cuenta con una entrada de acceso directo a la zona de exposiciones temporales y otra entrada de acceso a la zona de almacenaje. Tanto en una como en otra existe espacio para el correcto embalaje y desembalaje de los objetos. Los dos almacenes con los que cuenta el museo, tienen sistemas de seguridad conectados las 24 horas del día. El equipamiento de los almacenes cumple todos los requisitos necesarios para la seguridad y conservación de los objetos, y cuenta con el control de un conservador.

 

- Sobre las condiciones de conservación preventiva:

        En la llamada Sala 1, la primera después del patio, al lado derecho y a la entrada, se suele situar la silla del vigilante. De manera que tiene acceso visual a las tres salas expositivas.

        En cuanto al sistema de climatización: La temperatura media y la humedad relativa de las salas es estable, sin grandes oscilaciones anuales o estacionales. La temperatura está en torno a los 22º +/- 1º. Cuenta con un sistema de aire acondicionado que permite regular y mantener esta temperatura de manera constante. La humedad relativa se encuentra en torno al 35%. Estos dos aspectos esenciales para la

conservación de las fotografías son adecuadas, puesto que este tipo de obra digital e impresa con chorro de tinta necesita una temperatura de 21º y una humedad relativa de entre el 30-50%.

        En cuanto a la iluminación: El sistema de iluminación de las salas es de lámparas halógenas regulables, pudiéndose adaptar la intensidad lumínica a los objetos que se exponen en cada momento, gracias a los correspondientes reguladores instalados que permiten una aplicación flexible de las luminarias.

        El mantenimiento de las diferentes instalaciones y la desinsectación también están cubiertas por empresas subcontratadas y sus visitas periódicas espaciadas de dos a cuatro meses.

- Sobre la restauración:

        Primero de todo, aclarar que una buena conservación preventiva evita actuaciones de restauración, que siempre se debe contemplar como una intervención límite cuando no existen otras alternativas.

        Segundo, especificar que en el MNA cuentan con personal de restauración propio para las posibles intervenciones sobre sus bienes. Concretamente cuentan con una persona.

        En caso de que sea necesaria la restauración de los bienes culturales, el MNA, como museo estatal, debe responder a unos criterios unificados, de acuerdo con las normas internacionales (Carta del Restauro de 1987 y otras recomendaciones) y la antes citada Ley 16/1985, del Patrimonio Histórico Español. De esta última, como documento base a la hora de marcar criterios de intervención, podemos destacar:

        “En el caso de los bienes inmuebles, las actuaciones irán encaminadas a su conservación, consolidación y rehabilitación y evitarán los intentos de reconstrucción, salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos y pueda probarse su autenticidad. Si se añadiesen materiales o partes indispensables para su estabilidad o mantenimiento, las adiciones deberán ser reconocibles y evitar las confusiones miméticas” (artículo 39.2, Título IV).

        “Las restauraciones respetarán las aportaciones de todas las épocas existentes. La eliminación de alguna de ellas sólo se autorizará con carácter excepcional y siempre que los elementos que traten de suprimirse supongan una evidente degradación del bien y su eliminación fuere necesaria para permitir una mejor interpretación histórica del mismo. Las partes suprimidas quedarán debidamente documentadas” (artículo 39.3, Título IV).

        Asimismo, la historia reciente de la restauración sigue las directrices marcadas por las recomendaciones internacionales que han definido una forma de actuar en este terreno. En concreto debemos referirnos a La Carta de Atenas de 1931, La Carta de Venecia de 1964 y la ya citada Carta del Restauro de 1987, el Documento de Pavía de 1987, y la Carta de Cracovia de 2000. Todas ellas insisten en las ideas de respeto histórico y artístico y recuperación de la legibilidad del bien cultural, pero salvaguardando todos sus valores materiales y documentales intactos, sin eliminar aportaciones de otras épocas, ya que son testimonio del quehacer humano.   

 

- Sobre las condiciones de seguridad:

        En este caso será el departamento de administración del MNA quién se ocupe de mantener unas condiciones de seguridad y limpieza (ya que son servicios externos contratados), eso sí respetando los criterios establecidos por el personal técnico del departamento de conservación.

        El museo cuenta con los siguientes recursos: Vigilancia humana 24 horas, cámaras de seguridad, vigilancia electrónica, sistema de intrusión, mantenimiento contra incendios, sistema de megafonía, sistema de detección y de extinción de incendios y sistema de alumbrado de emergencia; todo ello se ajusta a las normativas vigentes.

        El Museo en todas sus instalaciones cuenta con sistema de vigilancia humana y electrónica las 24 horas del día. Además cuenta con cámaras de seguridad exteriores en la cubierta del edificio. Asimismo, en todas ellas existen volumétricos instalados, que permiten detectar una posible intrusión.

        Todas las salas cuentan con detectores de incendios y extintores y tiene un plan de emergencia y evacuación realizado y visado por la policía.

        Asimismo, cuenta con un servicio de limpieza que mantiene unas condiciones de higiene generales en las instalaciones y que, obviamente, en ningún caso tocará las piezas y fondos.

2.4.5. Incremento de la colección

        De acuerdo con la definición conceptual de cada museo en su plan museológico, una de las funciones del mismo es la adquisición de bienes culturales para garantizar el necesario y correcto incremento de sus colecciones. Algunos de los aspectos que debe tener en cuenta el museo estatal para diseñar una política de incremento son los siguientes:

  • Prioridades de incremento de colecciones.

  • Secciones de la colección que necesitan completarse para hacer más coherente el discurso expositivo del museo, y, en relación con ello, tipología de bienes culturales que deben adquirirse preferentemente.

  • Formas preferentes de incremento de colecciones (compras, donaciones, depósitos...) y medios de captación de las mismas (trabajos de campo, subastas, contraprestaciones para donantes...).

  • Criterios deontológicos relativos a la adquisición de bienes culturales.

  • Criterios técnicos que deben regir la aceptación de donaciones y depósitos.

  • Procesos internos a seguir para el incremento de colecciones.

  

        Sin embargo, la situación de las colecciones en cada uno de los museos estatales, es radicalmente distinta por razones derivadas de la historia, su categoría y naturaleza, su volumen y de la existencia de medios que hayan permitido su conservación.

        En el transcurso de la larga andadura del MNA, a las iniciales colecciones orientales del doctor Velasco se fueron sumando otras muchas e ingresadas mediante asignaciones, compras o donaciones. Uno de los capítulos más interesantes de esta historia, y que por sí sola merece una atención especial, es la asignación de la colección de Filipinas al museo a principios del siglo XX. Una voluminosa colección cuyas piezas formaron parte de la Exposición General de las islas Filipinas celebrada en Madrid en 1887. Por su interés y relevancia, a estos fondos se les dedica una sala monográfica en el museo dedicada a este archipiélago.

        Entre los ingresos de piezas más importantes realizadas mediante compras destacan: la adquisición hecha en los años 20 adquirida al Sr. Gisbert e integrada por objetos de China y Japón. A partir de la década de los años 90 el ingreso de piezas por compras se incrementa: en 1992 se adquieren objetos de ajuar doméstico, de uso pastoril y agrícola procedentes de la zona de Afganistán y Nuristán adquiridas al etnólogo alemán Qarl Sieghardt Seipoldy. En 1993 y 1994, se adquirieron, las colecciones Centeno y Montilla, con piezas originarias de la India y Nepal.

        Sin embargo, para el MNA, tal y como nos cuenta en su vigente plan de actuación de 2013: “No sería realista ni responsable una política de incremento sistemática de colecciones, no sólo por la escasez de espacio del museo y la falta de condiciones para asegurar una buena conservación en unos almacenes ya masificados, ni por la imposibilidad de sintetizar en series limitadas de objetos la diversidad cultural cambiante, ni por la austeridad a la que obliga la coyuntura presupuestaria, sino porque, en la actualidad, es mejor invertir los recursos del museo en otros objetivos prioritarios del plan y porque, en todo caso, el espacio que se libere será para ampliar el área pública del museo, en un contexto en el que, como hemos visto, se pretende crear mejores condiciones para la participación social. Una política independiente de incremento, con fines propios, representaría perseverar en el modelo de museo que se quiere dejar atrás”.

        Por ello, para el MNA es preferible optar por préstamos de diferente temporalidad de bienes ajenos según las necesidades expositivas de cada propuesta, y también por el depósitos de la colección estable del museo en otras instituciones, fondos con los que con seguridad no se vaya a contar en los próximos años y que pueden encontrar mayor relevancia en el seno de otras colecciones.

        Si bien en los últimos tiempos la política de incremento no se ha dirigido hacia la asignación de objetos (en los últimos 5 años se han adquirido unas 10 piezas museográficas), sí que lo ha hecho en lo que a archivo se refiere. El museo está orientando en los últimos tiempos su política de incremento en esa dirección, sobre todo hacia el acopio de imágenes documentales, “tanto con el fin de contextualizar los fondos museográficos como por su capacidad para sintetizar realidades culturales alejadas en el tiempo y en el espacio. Seguramente esa es la respuesta ante la imposibilidad de hacerlo a través del acopio de objetos. Que el documento gráfico añada un filtro de subjetividad a la realidad registrada, enriqueciendo así el relato que de esta se construye”.

        La biblioteca, en este sentido, se mantiene con la asignación de la Subdirección General de Museos Estatales y no es que incremente sus fondos de forma significativa. Digamos que básicamente mantiene sus suscripciones a revistas y boletines y con ello mantiene su dinámica.

2.4.6. Depósitos y préstamos

        Los depósitos y los préstamos (depósitos temporales) de las colecciones pueden darse por muy distintas razones, desde la necesidad de espacio en un museo o la necesidad de un lugar donde las condiciones de conservación sean adecuadas para cierta colección, hasta la necesidad de contribuir al discurso de una exposición temporal, incluso permanente. En cualquier caso, tanto el depósito como el préstamo implican un movimiento físico de las piezas o archivos y ello conlleva una responsabilidad institucional ineludible.

       En cuanto a la regulación del préstamo, los museos estatales colaboran de forma decisiva en el ámbito cultural mediante el préstamo de bienes culturales para exposiciones temporales. Esta participación parte de la premisa de la aceptación de las condiciones de préstamo por parte del prestatario, de la valoración cultural de la exposición y de la confluencia de las condiciones que, en todo momento, garanticen la conservación de las piezas. Concretamente, el préstamo de bienes asignados a los Museos Estatales se rige por lo establecido en la ya citada Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español y  el Real Decreto 620/1987, de 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos   

        En cuanto a la regulación del depósito, los bienes culturales asignados a los museos estatales pueden depositarse en otra institución, siempre que confluyan los requisitos necesarios y se establezcan las garantías necesarias para su conservación. Concretamente, el depósito de bienes asignados a los Museos Estatales se rige por lo establecido en la ya citada Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español y el ya citado Real Decreto 620/1987, de 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos y, supletoriamente, por lo establecido en el Código Civil.

        Es habitual que el MNA concierte préstamos o depósitos temporales con otras instituciones organizadoras de exposiciones temporales y que los bienes salgan fuera de esas cuatro paredes, desde la convicción de que esos desplazamientos sirven para que, puestos los objetos en otros contextos de significado, se revaloricen y se enriquezcan con la interpretación que de ellos hagan los responsables de esos proyectos. Es una práctica común desde hace décadas y siempre han mantenido con coherencia el compromiso de contribuir a ella. Cada año son varios los proyectos en los que colaboran: Mediante el apartado web titulado Colecciones viajeras se pueden ver las últimas exposiciones en las que han recalado las colecciones del museo.

        En cuanto a la gestión de los préstamos, la voluntad del MNA es mantener como siempre el compromiso de colaboración con otras entidades del ámbito cultural en este terreno, por ello se pretende que esta línea de cooperación con otras instituciones sea sostenible y poder dedicar a cada proyecto una respuesta profesional y de calidad técnica, evitando la saturación administrativa. Por otro lado, el MNA, como todos los museos, tiene una alta responsabilidad a la hora de garantizar la seguridad, la conservación y la correcta exposición de los bienes que custodia. Por ese motivo, con el fin de reducir los riesgos que implica la salida de un objeto de la colección fuera del museo, su manipulación, su traslado y su exposición pública y obtener garantías suficientes de la institución que solicita este movimiento, aplicamos criterios estrictos a la hora de acordar cualquier préstamo.           Todo ello se traduce en la aplicación de una política de préstamos rigurosa:

Política de préstamos del MNA para depósitos temporales

        Además de establecer y presentar unos criterios para la realización de estas gestiones, el museo también establece y explica de forma muy clara el procedimiento a seguir a la hora de solicitar este servicio:

http://www.mecd.gob.es/mnantropologia/servicios/prestamo-colecciones/solicitud-prestamos.html

 

        El MNA tiene en la actualidad 1.649 objetos (un 8% del total) depositados en otros museos de titularidad estatal o otras (en el Palacio Real por ejemplo). De entre ellas, el mayor número, con abrumadora diferencia (99%), se encuentra en el Museo de Altamira, donde tienen un papel fundamental en la exposición permanente. En cambio, apenas ha recibido en depósito 63 piezas de otras colecciones. El MNA, salvo en sus orígenes, cuando directamente se produjeron reasignaciones de otros museos para dotarle de contenido y no depósitos, ha dependido poco de otras colecciones, probablemente por falta de espacio. Eso explica también, junto al programa de austeridad de la AGE, que en 2012 sólo se adquirieran 15 piezas nuevas, buena parte de ellas gracias a donaciones gestionadas por la asociación de amigos del museo Cauri, quien las compra y luego se las dona al museo.

  La proyección exterior del museo a través de los movimientos temporales de la colección es también notable, y es una tarea que cuida, consciente de su relevancia: en 2012, salieron 36 piezas en dirección a 7 exposiciones distintas, 5 en España y 2 en el extranjero (estos últimos datos relativos al 2012 son los más recientes que hemos conseguido, pero sabemos que sigue siendo así por lo expresado en las reuniones que hemos mantenido con el MNA).

2.5. LA BIBLIOTECA

        La biblioteca del MNA, desde el punto de vista patrimonial, puede apreciarse tanto por su historia y antigüedad como por los fondos bibliográficos que alberga. Además constituye uno de los lugares por excelencia para la labor de investigación que anteriormente hemos definido y es muy valorada por investigadores que buscan acceso a información relacionada sobretodo con la Antropología. Podríamos decir que, además de concebirla como un bien en sí misma, la biblioteca es un lugar donde convergen funciones como la documentación, la investigación, la protección y la difusión de los bienes que contiene el museo. Es por este carácter polifacético y multifuncional que hemos decidido analizarla de forma independiente al resto de fondos.

 

2.5.1. Definición:

        La biblioteca del MNA comienza a formarse en el seno del propio Museo Antropológico fundado por el doctor González Velasco en 1875. El Estado se hizo cargo de sus colecciones y fondos bibliográficos en 1888, y en 1911 recibió los fondos de antropología de la biblioteca del Museo de Ciencias Naturales. A partir de ahí, la historia de la biblioteca y el incremento de sus colecciones han estado vinculados a las instituciones que nacieron y se desarrollaron en el edificio: por una parte, el museo, pero, por otra, entidades como la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria y el Instituto Bernardino de Sahagún.

        Tras el cambio de denominación del museo en 1993, como Museo Nacional de Antropología, la biblioteca inició una época de muy buena salud. Desde entonces siempre ha prestado atención al público y prestado su servicio con regularidad, además su dotación presupuestaria para adquisiciones y suscripciones desde hace unos años va incrementando poco a poco, lo que permite ir consolidando los fondos de publicaciones periódicas e incorporar numerosas monografías procedentes de todos los rincones del planeta.

        En cuanto a fondos se refiere, este museo alberga una amplia e importante colección bibliográfica y documental sobre antropología, entendida ésta como el estudio del ser humano en general, y sobre patrimonio cultural de los cinco continentes. Concretamente, está formada por un total de 19.000 registros, entre monografías y folletos, y 567 títulos de revistas, en su mayor parte publicaciones periódicas especializadas en antropología: tanto revistas antiguas como una selección de las revistas de antropología más relevantes entre las que se editan en el mundo en la actualidad. También incluye una importante sección con estudios y revistas de museología. Asimismo, es especialmente valioso su fondo antiguo, accesible en su mayor parte a través del Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico.

        Desde el punto de vista de la investigación, es de subrayar el cariz más especializado, y por lo tanto más apto para servir al investigador, que esta institución presenta en relación con el resto de bibliotecas de acceso público, normalmente de perfil más general. La colección bibliográfica de MNA, con más de 140 años de vida, ha adquirido un enorme valor y es muy apreciada por antropólogos, estudiantes y personas interesadas en las ciencias sociales. En especial, constituye una fuente fundamental para el conocimiento de los estudios antropológicos desarrollados en España durante la primera mitad del siglo XX.

        De hecho, para que la investigación científica se convierta en una de las funciones desarrolladas en los museos, hace falta una serie de medios e instalaciones entre los cuales tiene un papel esencial la biblioteca. Lo que distingue a la biblioteca del museo, en cuanto a la composición de sus fondos, es que, junto a las habituales monografías, obras de referencia y publicaciones periódicas sobre el tema que sea especialidad del museo, disponen, en número muy superior al habitual, de catálogos de colecciones permanentes, de exposiciones temporales o de subastas. La biblioteca del museo debe contener, además, tesis doctorales relacionadas con la temática del museo, y material efímero (noticias de prensa, anuncios de exposiciones, reseñas bibliográficas, etc.), siempre con el objetivo de ofrecer estos materiales, poco accesibles por otros medios, al investigador.

        En cuanto al incremento de fondos en esta sección del museo, la política de ingresos la decide tradicionalmente la dirección, si bien en buena medida está ya marcada por la inercia de las publicaciones periódicas y los intercambios del boletín anual del Museo.

        Por último, para cimplir con la función de difusión, la biblioteca del MNA desde 2009 pertenece a BIMUS, la Red de Bibliotecas de Museos, la cual ofrece la posibilidad de consultar los catálogos de las bibliotecas principalmente de titularidad estatal a través de un Catálogo Colectivo que facilita el uso y visibilidad de todos los fondos bibliográficos. Además desarrolla políticas y servicios bibliotecarios comunes para todas, como la adquisición cooperativa o el préstamo interbibliotecario. No obstante, el museo también ofrece el servicio habitual de una biblioteca.

 

 

2.5.2. Servicio:

        Las bibliotecas de museos cumplen la doble tarea de ofrecer sus servicios tanto al personal técnico propio como al investigador externo quienes tienen acceso a la lectura en sala, orientación bibliográfica y reprografía.

 

- Acceso a los fondos

  El acceso a los fondos de la biblioteca no tiene ningún tipo de restricciones, si bien sólo es posible consultarlos en la sala de lectura del museo, ya que no existe servicio de préstamo a domicilio. En determinados casos, por el estado de fragilidad en que pueda encontrarse una publicación, el museo se reserva el derecho a mostrarla o accesibilizarla.

  Por otro lado, es necesario solicitar cita previa para acceder a la biblioteca, ya que el museo no puede asegurar que la biblioteca esté atendida todos los días debido a la reducción del equipo que hubo en 2016. El procedimiento es sencillo: mediante correo electrónico o teléfono.

    

-Servicio de reproducción de documentos

        La biblioteca también pone a disposición del público un servicio de reproducción de documentos para que puedas obtener copias digitales o reprografías de las páginas que sean de tu interés, siempre según la normativa vigente en esta materia.

 

- Préstamo interbibliotecario

        Gracias a Bimus, es posible solicitar publicaciones o copias de parte de ellas en algún otro centro adscrito a la Red de Bibliotecas de Museos Estatales.

2.6. CONCLUSIONES

        Después de hacer un recorrido por los bienes patrimoniales y su gestión en relación a las funciones que debe cumplir este museo, esta reflexión final, más bien va encaminada hacia las políticas seguidas y los valores o ideas que subyacen al conjunto de bienes que forman la colección del Museo Nacional de Antropología.

        Primero de todo, sobre la política de incremento de colecciones, queremos dejar de manifiesto el cambio de gestión habido los últimos años y como eso demuestra el modelo de museo al que se dirigen.

        Esta institución no pretende aumentar por aumentar, de hecho, sólo aceptan donaciones si estas se ajustan a la colección en su conjunto, si aportan al discurso, si tienen un valor para el museo (no sólo económico) o si llenan alguna de las lagunas que pueda tener la colección.

        Tal y como ya hemos comentado, si bien no ha habido un incremento en cuanto a objetos y piezas se refiere, sí que lo ha habido en fondos archivísticos, así como también ha habido un notable incremento en los préstamos para exposiciones temporales. Esto demuestra que el museo no tiene la voluntad de ampliar la colección de piezas y que, sin embargo, sí está interesado en fomentar el intercambio entre instituciones.

        Esto nos lleva a plantearnos la definición jurídica de “incremento” a la que se acogen los museos estatales. Mediante el ejemplo del MNA vemos que el “incremento” no se ciñe exclusivamente a subir el número de posesiones (para un enriquecimiento basado en el patrimonio material, en su valor económico), sino que la forma de “incremento” se expande gracias la alternativa del préstamo, dándose así un enriquecimiento basado en lo inmaterial de los bienes culturales, en lo cualitativo. Es decir, que efectivamente se da un incremento de los contenidos que el museo quiere mostrar (aunque sea de manera temporal) y quiere transmitir (añadiendo nuevos valores a su discurso), que en última instancia tiene como fin la política de incremento para los museos estatales.

        Además, si esto puede hacerse mediante el intercambio de colecciones y de depósitos temporales entre museos, no es sino otra manera de fomentar la solidaridad entre instituciones y fomentar la potencial capacidad de los bienes culturales para ser repensados y que construyan nuevos relatos y discursos mediante los que transmitir conocimiento.

        En cuanto a los bienes del museo, la colección permanente es “antigua”, es una colección que principalmente se data desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Esto afecta al significado que se les pueda atribuir a las piezas y al valor de las culturas a las que representan.

        Por un lado, nos encontramos con que el museo a lo largo de su historia y mediante sus adquisiciones a construído una visión ciertamente eurocéntrica, por varios motivos: La colección de Europa amplía el abanico conceptual respecto al resto de las colecciones ya que incluye muchos elementos de producción industrial. En ese sentido, rompe con la antigua idea de que la antropología se centra en el estudio de los pueblos “primitivos” y, desde esta perspectiva, su existencia es positiva. No obstante, a pesar de que no tenga presencia en la exposición permanente, cabe evidenciar que la colección europea es la única que, a través de esos elementos de producción industrial, representa una fase del capitalismo. Eso implica una diferencia radical respecto a la realidad de otros continentes presentes en las colecciones del MNA. Frente a productos de la Alemania de los años 20-40, no se hace visible lo que en esos momentos estaban generando países como Japón o Estados Unidos, con un nivel socioeconómico similar o mayor.

        Por otro nos encontramos con que, en muchos casos, las piezas no se corresponden con la realidad actual de los lugares geográficos y culturas a las que representan. Es decir, hay piezas, utensilios, vestimentas que cuando fueron adquiridas sí que podían representar una parte de la cultura de la gente a la que pertenecían, pero lo cierto es que nos situamos más de medio siglo después y las realidades de esas comunidades o pueblos han cambiado. Así que llegamos a la conclusión de que es difícil plantear paradigmas contemporáneos y construir discursos pertinentes a nuestra actualidad si la colección no se enmarca adecuadamente.

        Y es que, como bien veremos en el análisis de las actividades del museo, son las exposiciones temporales las que le permiten al museo airearse, actualizar de forma eficaz sus discursos, que además pretenden siempre estar en diálogo con la permanente de manera que las colecciones puedan ser releídas constantemente, puesto que estas admiten diversidad de lecturas.

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