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EL MUSEO

ACCIONA

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CRITERIOS PARA PROGRAMAR. Omitir las fronteras geográficas como base de programación y fomentar programaciones que se establezcan entorno a un tema general (preferiblemente social).

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        Creemos que el Museo Nacional de Antropología tiene la oportunidad, por su historia, filosofía y valores, de acceder de una manera ética a la sociedad. Consideramos necesario mantenerse en la línea de una programación inclusiva, en la que puedan entrar propuestas como Tráfico de esperanzas o Personas que migran, objetos que migran… desde Ecuador, que mostraban una mirada hacia una problemática social actual a través de ejemplos cercanos a la situación migrante en España, que vinculen a ciudadanos españoles y a los ciudadanos provenientes de otros lugares. No podemos olvidar que la sociedad española es heterogénea, y que el hecho de ser un museo estatal lo compromete en mayor o menor medida, a tratar temáticas actuales y procurar acercarlas a todos los públicos, no sólo aquellos que, por tendencia, suelen mostrar más cercanía hacia las instituciones culturales del carácter del MNA.

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        Sin embargo, creemos que el museo ha usado una manera de programar que contrarresta con esta filosofía, pues los ciclos que organizan suelen centrarse en un lugar específico pero vastísimo, los continentes (el mismo criterio que se usa para la organización de la exposición permanente), lo que de alguna manera perpetúa estereotipos y fomenta la estigmatización de continentes enteros, cuando está en su mano el combatirlos: sentimos que la idea de realizar una programación, como ocurría con Ubuntu, que se centre en un lugar tan inmenso y diverso como es el continente africano, no hace sino mantener una idea de que África es un lugar uniforme o homogéneo.

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        Por ello, desde Rizoma planteamos crear una programación que se pueda enfocar dentro de una política social que se aleje de fronteras geográficas. Creemos que es más importante partir de temáticas que puedan llevar a visiones o puntos comunes entre distintos lugares del planeta o, sencillamente, que establezcan semejanzas mediante ejemplos o referencias distintas. Es interesante plantear distintas visiones a lo largo de un mismo ciclo, más allá de las fronteras. Podemos, por tanto, plantear ciclos expositivos que muestren una temática similar desde distintos puntos geográficos, eliminar del todo el concepto de enfoques territoriales y centrarnos en mostrar un tema, independientemente del dónde. Es interesante plantear distintas visiones a lo largo de un mismo ciclo, más allá de fronteras. Creemos que, de esta manera, el museo daría un paso gigante hacia la igualdad, paralelamente que hacia la denuncia de las desigualdades.

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USAR LENGUAJES Y CÓDIGOS DIVERSOS, ejemplo mediante el arte:

        Además de cambiar el eje o criterios en torno al que gire la programación, creemos que el marco de las actividades temporales puede ser una magnífica oportunidad para crear espacios donde el arte tome la palabra, como lenguaje universal para la reflexión y la transformación.

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        El arte podría tener una presencia más relevante en las actividades temporales, ya que los métodos científicos y racionales (exposiciones temporales de tono periodístico, la colección permanente o las conferencias) ya ocupan gran parte de la actividad del museo y, aunque se trata de una herramienta más que válida para concienciar a la sociedad, no supone la universalidad y libertad de interpretación que la poética y la subjetividad del arte nos brindan. El lenguaje artístico constituye una forma de reflejar la realidad, mostrar una visión o de enviar un mensaje, pero, además, es una vía por la que canalizar las vicisitudes y dilemas que vive el ser humano y de expresar emociones y sentimientos. Se trata de un lenguaje común para todo el mundo, abre una puerta para sentirnos identificados con otros y ofrece un espacio para el intercambio.

 

        En este sentido, creemos que el arte puede ser un medio válido para tratar temas y conflictos actuales como desigualdades sociales, raciales, culturales, de género... Un medio muy efectivo para hacer reflexionar, para concienciar a la sociedad, educar y mejorar la manera en que convivimos. Así que el arte para el Museo Nacional de Antropología no puede ser sino una manera más de fomentar el intercambio cultural y acercarnos a la tolerancia de la diversidad que tanto enriquece el mundo que habitamos.

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        Llegados a este punto, podemos decir que, por ejemplo, nuestro proyecto expositivo Identidad cultural, construcción de un territorio sin límites es un buen ejemplo de este planteamiento. Se trata de una exposición con cierto carácter periodístico, pero con un enorme potencial poético que muestra la diversidad dentro del territorio. El trabajo de Ricky Dávila nos resulta especialmente estimulante: en la serie Ibérica se muestra una diversidad cultural española-portuguesa que refleja una riqueza étnica y social a través de miradas y que, al yuxtaponerse a Manila, permite hacer una comparativa que muestra más uniones que diferencias. Consideramos que esta exposición tiene gran valor simbólico para el visitante que, a través del retrato ajeno, puede verse reflejado en las miradas del continente ibérico y del archipiélago asiático, simbolizando la absoluta inexistencia de fronteras que no sean las que nosotros mismos implantamos.

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ACTIVIDADES MÁS PARTICIPATIVAS PARA ADULTOS Y NIÑXS:

        Empezando por los adultos, sentimos que las actividades para estos están segmentadas. Existe una corriente familiar de visitantes al museo, una corriente más lúdica y una propuesta más científica, pero parece complicado que estas se entrelacen.

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        Tenemos claro que es impensable plantear una política educativa ignorando los métodos más tradicionales. No obstante, queremos darles una vuelta de tuerca para acercar dichos métodos hacia una visión horizontal, que hable de tú a tú con los ciudadanos. La horizontalidad se consigue a través de la implicación. Para ello, pretendemos mostrar todas las caras de una realidad; mantener actividades divulgativas con un carácter educativo tradicional: mesas redondas, ponencias, cursos etc. Pero siempre bajo una actitud de intervención. Creemos que la opinión de expertos y estudiosos es legítima, pero no siempre es la que conecta más eficazmente con el público.

       

        Estas se pueden alternar o apoyar mutuamente, pero a veces es más fácil transmitir el mensaje desde una posición horizontal, no desde la verticalidad que presenta el sistema tradicional del ponente. Queremos acercar nuestro mensaje, los valores que tratemos lo máximo posible y, sobre todo, inculcar la filosofía del museo. Un ejemplo de esta propuesta sería hacer mesas redondas sobre conflictos sociales que reflejen las distintas visiones. Si se habla de inmigración, ¿por qué no contar con la experiencia de un migrante, de un voluntario de fronteras, de un psicólogo que trabaje con personas migrantes? pero también, ¿por qué no hablar con responsables de políticas migratorias? Podemos crear pensamiento crítico, ver reflejadas la visiones que tenemos de la sociedad que nos rodea y que hace posible un MNA de la gente como nos+otros.

 

        Por otro lado, vemos oportuno que se planteen oportunidades de tratar temáticas no solo a través de la palabra hablada, del sistema más tradicional al que se presta la ponencia, sino que también pueda canalizarse a través de otros lenguajes, como bien hemos argumentado en el punto anterior, como puede ser el arte, y que, también en este caso, se vean representados e identificados los colectivos invisibilizados o en riesgo de exclusión.

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        En este sentido, aprovechamos para hablar del proyecto Malaikas, un programa de artes escénicas para un fin de semana que pretende hablar de desigualdades de raza y género a través del teatro, la danza y la música. Queremos aprovecharnos del potencial comunicador de lo performativo o lenguaje corporal para inculcar los valores que, a menudo, se tiñen de política y por ello resultan más difíciles de exponer a los ciudadanos, que pueden mostrarse reticentes. Además, en este caso, si hay una puesta en valor, se trata de las propias creadoras de los contenidos, de las artistas, que son personas del propio colectivo social de mujeres afrodescendientes. Esto supone una puerta giratoria a la hora de tratar temas sociales como la desigualdad de género o raciales en nuestra sociedad occidental, una forma de dar voz, de ofrecer espacios para la dignificación.

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        En cuanto a las actividades infantiles, las conclusiones que hemos sacado del exhaustivo análisis que hemos hecho nos llevan a pensar que las actividades infantiles son, sin duda alguna, el gran pilar de la programación que el museo realiza. No obstante, para el MNA está claro que no se trata de ampliar el target, los niños son un público constante y muy agradecido al que hay que cuidar y tener muy en cuenta. La idea de fomentar, tanto en la parte escolar como en la familiar, el vínculo entre museo y niño es una iniciativa estupenda y una manera de dar un ejemplo de filosofía institucional. 

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        Pero, más allá de eso, porque estos no son sólo ciudadanos del mañana, son también ciudadanos hoy y, por lo tanto, pueden aportar ideas para solucionar los problemas actuales de su entorno. Sus opiniones sobre la realidad deben ser escuchadas porque aportan una perspectiva diferente a la de los adultos descubriendo oportunidades en elementos y situaciones que pueden pasar desapercibidos. Además, los cambios que se dan en nuestra sociedad también tienen cierto origen en las escuelas, por lo que no podemos olvidar que ellos tienen una manera de entender la sociedad muy distinta de la que pueda ser la visión de los progenitores. Creemos necesario inculcar ciertos valores desde la infancia para que, desde el principio, la diversidad cultural en las escuelas sea un motor de conocimiento y no de desigualdad.

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        Por eso mismo, para satisfacer las necesidades de este público, no se trata tanto de ofrecer más variedad de actividades, sino de cuestionar y reformular las metodologías a través de las cuales pretendemos comunicarnos, enseñar y educar.  En este sentido, tenemos la percepción de que el museo a menudo tiende a plantear la educación de una manera políticamente correcta o tradicional. Por ello, planteamos un cambio en la visión de las propuestas que tienen para los visitantes infantiles y aludimos a las metodología participativas, entendiendo esta como una oportunidad de fomentar una ciudadanía capaz de reconocer la pluralidad, sea esta de pensamiento, opiniones, ideologías, creencias, etc.

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        A diferencia de las metodologías habituales donde a los niños se les da la información ya mascada, donde prevemos las conclusiones a las que deben llegar, donde prevemos los valores que deben percibir, las metodologías participativas son procesos donde eso sucede de forma “natural” (motivado por quién lo dinamiza claro está), donde son los participantes los que llegan a sus propias conclusiones. Sentimos que la educación escolar tiene un largo camino por recorrer en este sentido y que la participación y la educación horizontal no es siempre factible tal y como está pensada la enseñanza. Sin embargo, sí que creemos que en las actividades fuera de las aulas tienen un enorme potencial y son el laboratorio idóneo para experimentar procesos de participación. Para ello, creemos que el museo podría aplicar un par de medidas o recursos y que no suponen una inversión económica, sino un cambio de concepción y enfoque en sus guías y talleres:    

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        Por un lado, creemos necesario acabar con la unidireccionalidad en los procesos de enseñanza y aprendizaje en las guías: esto implica cambiar o invertir el proceso mediante el que pretendemos que los niños aprendan aquellos valores que queramos transmitir. Hay que tener muy en cuenta que los niños juegan, y no juegan para divertirse, juegan porque así aprenden. El juego es experimentar, es un proceso poco racional, ya que suele ser una sucesión de ensayos-error y una deriva de resultados y conclusiones muchas veces inesperadas. Así que para que realmente se dé la educación, quizás debamos entrar en su juego, respetando sus ritmos y aceptando la incertidumbre de a dónde nos llevará eso (a qué conclusiones llegarán, tanto individual como colectivamente).

Esta unidireccionalidad a la que nos referimos se puede combatir organizando actividades que permitan el descubrimiento del entorno y el acercamiento a sus problemáticas y promoviendo la visión con otros ojos del lugar/tema/problema. En este punto debemos darnos cuenta de la oportunidad que supone la riqueza intercultural de los propios grupos escolares que acudan al museo, debido a las diversas procedencias de los alumnos.

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        Además sería interesante la creación de espacios-laboratorio: espacios donde los propios niños sean creadores. Un espacio donde los niños sean escuchados y las reflexiones que surjan puedan suponer un enriquecimiento para el museo y un aporte para su discurso. Pensamos que podría ser interesante que el museo dedicase uno de sus espacios para divulgar las ideas y creaciones surgidas (no tiene porqué ser un espacio físico, teniendo en cuenta que el museo está limitado en ese aspecto, pero podría ser por ejemplo una publicación o documentación de los resultados o una evaluación), porque para que la participación culmine es necesario dar un valor añadido al trabajo realizado compartiéndolo y dándolo a conocer dentro del circuito, otros colectivos o ámbitos.

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